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15 nov 2010

El pan de cada día

Te plantas ante mí, único,
soberano de la Belleza.
Farfullas tres palabras,
y ya me tienes, netamente,
postrado ante tu pedestal,
perfecto, de mármol.

Averiguo, en un momento,
las verdades universales,
en tu mirada. Certeza clara,
como tamizada por visillos,
va a parar a la almohada,
blanca de luz.

Y cuando te das la vuelta,
no se va, no, tu claridad.
Cuando decides marcharte,
eres el sol, en un eclipse,
Y yo no dejo de mirarte,
por si te vuelves hacia mí.
Eres el sol, en el crepúsculo,
si te vas hasta mañana.
Si me dejas a mí, helado,
rocío de las flores,
que lloran hasta tu vuelta.
Pero si no vuelves,
lloraré toda mi vida.









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