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20 nov 2010

Te busco

Te puedo penetrar
y no te encuentro.
Me sorprendo a mí mismo
equivocado. No está aquí,
en el fondo de la carne
-de las fauces de este mundo-
la verdad última,
descanso eterno.
Te doy vueltas,
te sujeto,
te dejo sin respiro,
y aún no te encuentro.

¡Ni en lo más fondo,
ni en el último grito,
ni en el dolor, ni en la cordura
ni en tu sexo!
¡Como tampoco en la soledad!

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