Páginas

19 feb 2011

Hasta la próxima

Ahora que ya te has ido,
que tú y tu avión alzáis el vuelo en solitario,
rodeado de todas las gentes del mundo.
Ahora que contemplas nuestra cama
desde la ventanilla, a kilómetros de altura.
Ahora que no me ves si giras la cabeza,
que volvemos a ser dos,
escucha lo que te pido:

Léeme bien, y lento, y claro.
Y no pierdas la música de lo que digo
(pues los gestos ya no valen)
Deshecha la gramática y la retórica,
no las he tenido en cuenta cuando escribía.
Olvida esos comienzos de cartas,
sus finales, todo lo que hayas oído ya.
Olvida la palabra fácil que empaña
aquello que te quiero decir.
Mira alrededor por un momento,
pero no me busques, no leas mis labios.
No me leas como se lee un poema,
ni digas en silencio estas palabras.
Y si hace falta, léeme sólo una vez,
y tira este papel desde ahí arriba
(aquello que recuerdes,
será sólo aquello que te dije).
Pero sobre todo no idolatres un papel,
ni estos tristes símbolos tipográficos.
No quiero que sea tu vista, ni tus dedos,
aquello que me grabe en tu memoria.

Léeme bien, y lento, y claro:
Mira hacia arriba, y respira,
observa la cabina donde vuelas.
Ve pasar las nubes cerca tuya,
imagina que las tocas con tus dedos,
y haces música con ellas.
Disfruta del sol pálido del crepúsculo,
que se va como te vas tú, y disfruta
de la seguridad de saber
que mañana saldrá de nuevo.
Relájate sobre tu asiento,
acaríciate.
Degusta, traga tu saliva.
Comprueba de nuevo que estás
en este mundo, que sigues vivo.
Siente que tu ropa, tus zapatos,
no son apéndices tuyos, de tu cuerpo.
Mira las caras de los demás en el avión,
busca en ellas la belleza.
Pregúntate cuánto más afortunado
eres tú que ellos.
Pregúntate cuánta más belleza
llevas tú contigo.

Sé consciente de las cosas bellas
que siempre te acompañan,
y entonces, dime si en tu cuerpo
y las cosas que te acompañan para
la eternidad
-en tu belleza, en tu fortuna,
en las nubes del cielo, o tu saliva-
hay un espacio eterno para mí.







No hay comentarios:

Publicar un comentario